La Mari vive en un mundo
pequeño de cuatro letras. La Mari tiene su casa, y un día tuvo un marido que
ahora tan sólo es alguien con quien comparte la cama. Recuerda que se
quisieron, y vestidos de domingo paseaban por el barrio.
La Mari tiene su casa, y un día dejó
de tener marido porque los años pasaron. Los domingos sin paseo, después las
noches sin besos.
La Mari tiene su casa con paredes de
silencio, tabiques de soledad, y ventanas de recuerdos.
La Mari tiene su casa, y en su casa
los espejos le duelen como puñales que le fue clavando el tiempo. La Mari no
tiene amor, no tiene nada. Cuatro letras, una casa.
Nela
Miralles
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